El mito de la libertad nace de una narración en la cual las personas se desenvuelven autónomamente, independientes de las demás personas y de la Naturaleza, un mundo incorpóreo, sin necesidades que satisfacer; un mundo constituido por personas inagotables, siempre sanas, jóvenes, redimidas de las tareas de cuidados.
La libertad pertenece al imaginario colectivo que se mira en las elaboraciones de las empresas de publicidad; así la mera elección entre productos o marcas sin apenas diferencias cristalizan en ilusiones de libertad que transmiten los significados simbólicos que emiten estos productos.
La sociedad actual justifica su existencia con la promesa de satisfacer los deseos humanos y sus necesidades mediante los bienes materiales. En nuestro mundo la idea de libertad está asociada a la posibilidad de mayor consumo, a un mayor acceso a un número cada vez mayor de mercancías, en todo momento y en todo lugar los anuncios publicitarios nos recuerdan que tenemos que comprar y acumular para ser felices. Expresado en un slogan publicitario:“¡Qué importa si a ti te gusta! ¡Hazlo!”.
“... Yo no quiero esa libertad que me ofrecen, la que no puede prescindir de tener y desear...”
“... Y si le horrorizaba la esclavitud del éxito y del dinero aún le angustiaba más la lucha por obtenerlo que, dijo, volvía a los humanos ridículos...”
Rosa Regás
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